lunes, septiembre 18, 2006

¿Como te enfrentas a la VIRGINIDAD de una hija?

Es UNa pregunta interesante como tbn la respuesta q hacer cuando se enfrenta a esa situacion tengo 5 hermanas y una hija es una situacio dificil que hacer al momento de presentada la situacion no tengo respuestas para esto es una pregunta que me hare durante mucho tiempo pero esta pregunta se acompaña con otras como ¿Cuando es tiempo de que suceda? o ¿ a que edad tiene q suceder? iaiaiaiaiaiaiaiaiaia mmmmmmmmmmmmmmmmm es complicada esta situacion meditarlo y respondan me gustaria saber que piensan o q harian en esa situacion
SALU2 a todos

domingo, septiembre 17, 2006

Etica es una MIERDA!!!!!!!!!!!!

UDS los futuros tecnicos en enfermeria creen que bn a usar la etica que nos enseñan en el intituto????????????


CREANME la etica la llevan UDS no un texto.

sino LEAN ESTA MIERDIS:


LAS VIRTUDES

Ética Profesional


Seminario Socrático
¿Qué es la ética?
¿Es necesario desarrollar una ética profesional? ¿Por qué?
¿Cuál es mi ética profesional?

Contenido

Desde los orígenes de la ética occidental en Grecia, hacia el siglo IV a.C., suele realizarse una primera distinción en el conjunto de los saberes humanos entre los teóricos, preocupados por averiguar ante todo qué son las cosas, sin un interés explícito por la acción, y los saberes prácticos, a los que importa discernir qué debemos hacer, cómo debemos orientar nuestra conducta. Y una segunda distinción, dentro de los saberes prácticos, entre aquellos que dirigen la acción para obtener un objeto o un producto concreto (como es el caso de la técnica o el arte) y los que, siendo ambiciosos, quieren enseñarnos a obrar bien, racionalmente, en el conjunto de nuestra vida entera, como el caso de la ética.

Ahora bien, en la vida humana las empresas son un ámbito de saberes prácticos en donde la actividad tiene por objetivo la producción y la distribución de bienes y servicios necesarios para la vida o cuasi necesarios por razones culturales. Pero estos bienes y servicios no se producen por sí solos, si no que son aquellos que participan de cada empresa quienes producen y distribuyen lo que la sociedad consume. Así, se entiende claramente que el capital de una empresa está en sus personas y, de acuerdo a la calidad humana y profesional de esas personas, los bienes y servicios serán cualitativamente mejores.

Ahora bien, la vida de la empresa es lo que podemos llamar ámbito profesional, el cual significa para nosotros aquello a lo que se le dedica más tiempo y esfuerzo durante el día. El aporte humano tiene en la empresa su escenario por excelencia, de aquí que lo profesional se distinga esencialmente por la calidad de la actividad de cada profesional o, dicho en otras palabras, por el aporte ético que haga cada persona que trabaja.

Lo primero que debería preocuparnos en nuestra actividad profesional es hacer bien lo que hacemos para conseguir todo aquello que nos hemos propuesto. Nadie trabaja porque sí, sino que cada uno de nosotros considera en la actividad profesional un “para qué”, es decir, un fin por el cual emprendemos una acción todos los días. De este modo, no sólo nos importa saber de qué modo podemos hacer lo que queremos (con que recursos y conocimiento contamos), sino también con qué fin iniciamos una actividad y si ese fin es efectivamente bueno y coherente con el modo de lograrlo y con las circunstancias en las que se realiza la acción.

Esto es aquello de lo que se preocupa la ética, a saber, que todo hombre, haya estudiado ética o no, protagoniza cotidianamente una existencia ética y posee un conjunto de ideas y criterios de acuerdo con los cuales toma determinadas decisiones relativas a su comportamiento concreto y a la dirección de su vida, y de acuerdo con los cuales enjuicia también su propio comportamiento y la vida de los demás. Esto se ve con mayor claridad en el mundo del trabajo, pues, en él los criterios de acción y la comprensión del comportamiento de las personas que trabajan en la empresa juegan un rol fundamental en el buen desempeño profesional. Así, pues, la ética, que se resume en la pregunta por qué tipo de persona quiero ser, se aplica perfectamente al ámbito del trabajo resumiéndose en la pregunta ¿qué tipo de profesional quiero ser?

Para esto, lo primero que es necesario aclarar es que nadie se hace mejor persona entendiendo o comprendiendo, sino haciendo. Aunque los criterios de acción y la comprensión y evaluación del comportamiento de los demás jueguen un papel importante en la propia actividad, ésta será un aporte en nuestras vidas sólo en la medida en que efectivamente la actividad se realice. La ética tiene real valor sólo cuando hace de las personas mejores personas en la práctica, es decir, personas virtuosas y eso se logra en la acción concreta, no en la sola adquisición de criterios o valores y tampoco únicamente en las buenas intenciones. Sin hacer acciones buenas ninguno tiene la menor posibilidad de llegar a ser bueno. Sin embargo, la mayoría no practican estas cosas, sino que se refugian en la teoría y creen que filosofando podrán llegar a ser hombres cabales y completos, comportándose de un modo parecido a los enfermos que escuchan atentamente a los médicos y no hacen nada de los que les prescriben.

Así, pues, hablar de ética profesional no dice relación con una consideración teórica general, sino con una forma de comprender cuál es el sentido de los que hacemos y cómo podemos hacerlo para efectivamente ponerlo en práctica y hacer de nuestro comportamiento una actividad propia del virtuoso. En este sentido se entiende el sentido original de lo ético. La palabra Ética viene del vocablo griego “Ethos” que significa carácter o modo de ser y este concepto tiene su raíz en uno aún más antiguo, “Ethos”, que significa hábito o costumbre. La ética no se refiere a un conocimiento, sino a una forma de hacer las cosas, lo cual funda un carácter particular en cada uno de nosotros.

La ética es un tipo de saber de los que pretende orientar la acción en un sentido racional, es decir, pretende que obremos racionalmente, a diferencia de los saberes preferentemente teóricos, contemplativos, a los que no importa en principio orientar la acción, la ética es esencialmente un saber para actuar de modo racional.

Pero no sólo en un momento puntual, como fabricar un objeto o conseguir un efecto determinado, como ocurre con otro tipo de saber (el saber técnico), sino para actuar racionalmente en el conjunto de la vida, consiguiendo de ella lo más posible, para lo cual es preciso ordenar las metas de nuestra vida inteligentemente.



UNIDAD 1

LAS VIRTUDES
La Virtud

Seminario Socrático
¿Qué es una virtud?
¿Tiene alguno de ustedes alguna virtud? ¿Cuál?
¿Se pueden desarrollar virtudes nuevas o mejorar las que ya tenemos? ¿Cómo?

Contenido

Hablar de ética y personas virtuosas es hablar de una costumbre o un hábito por el cual hacemos bien en un determinado ámbito, por ejemplo, el del trabajo donde existen virtudes profesionales. Los hábitos son lo que queda después de que una persona haya realizado acciones voluntarias; los hábitos existen en las personas como inclinaciones y predisposiciones, como, por ejemplo, la inclinación al orden en el trabajo que realizamos, es decir, aquella inclinación por la que no pensamos en todas las razones por las cuales el orden es positivo, sino que simplemente nos sentimos inclinados a trabajar con orden porque siendo ordenados o habiendo repetido muchas veces actividades con orden, hemos aprendido sus beneficios y ya no debemos pensar mucho antes de trabajar con orden, sino que estamos inclinados a él. Los hábitos surgen de la repetición voluntaria de acciones humanas, refuerzan la voluntad de una persona y su intención respecto de aquellas acciones que son buenas o malas. Cuando un hábito inclina a una acción mala, es un vicio, pero cuando lo hace a una buena acción, como el orden, es una virtud.

La palabra virtud viene del latín “vir” que significa fuerza. La virtud es una fuerza o un potencia de la voluntad que se adquiere por repetición o por costumbre y que existe en nosotros como un hábito. La virtud es una fuerza o potencia porque aquel que ya se ha acostumbrado a hacer bien una tarea, cuando la hace, la hace con mayor facilidad o con un cierto impulso, porque hay costumbre o hábito de hacerlo.

La virtud se adquiere mediante un ejercicio previo, es decir, que aprendemos a ser virtuosos haciendo, como, por ejemplo, nos hacemos virtuosos de la construcción construyendo casas, o virtuosos de la guitarra tocando la guitarra. Las virtudes no se tienen por naturaleza, sino que se aprenden. Lo que se tiene por naturaleza es talento, pero este no se puede poner en práctica sino es practicando, es decir, transformándolo en una virtud.

La virtud perfecciona la condición de aquello de lo cual es virtud y hace que ejecute bien su operación; por ejemplo, la excelencia del ojo hace bueno al ojo y su función, así mismo la excelencia del caballo hace bueno al caballo y lo capacita para correr. Del mismo modo la virtud del hombre será el hábito por el cual el hombre se hace bueno y por el cual ejecuta bien su función propia. Por ejemplo, las virtudes de Juan harán que Juan sea mejor en lo que hace.

Las mismas causas producen y destruyen la virtud, porque tocando la guitarra se hacen tanto los buenos guitarristas como los malos, y análogamente los constructores de casas y todos los demás que practiquen alguna profesión.




La virtud se adquiere como un justo medio. Lo que destruye la virtud es el exceso o el defecto, como ocurre con la robustez y la salud: el exceso y la falta de ejercicio destruyen la robustez; igualmente la bebida y la comida, si son excesivas o insuficiente arruinan la salud, mientras que usadas con medida la producen, la aumentan y la conservan. La virtud es un término medio entre el exceso y el defecto que se considera relativo a nosotros, es decir, que no es ni mucho ni poco, ni es uno ni el mismo para todos. Por ejemplo, si diez es mucho y dos es poco, se toma el seis como termino medio en cuanto a una visión general, pero respecto a cada uno de nosotros no ha de entenderse así, pues si para uno es mucho comer diez libras y poco comer dos, el entrenador no prescribirá seis libras, porque esa cantidad será también mucho para el que ha de comerlas y poco para el atleta experimentado.

La virtud, por tanto, comparada a sus dos extremos, es un término medio, pero en sí misma es una cima que significa la máxima perfección de la voluntad:






Si esto es así, se comprende que una actuación mala no causa daño notable o continuado si está en un conjunto virtuoso. Pero una actuación viciosa, es decir, un hábito operativo malo, sólo puede contribuir, a medio y largo plazo, a aumentar el desorden, la ineficacia. La virtud ordena; el vicio hace de la vida un caos.

Esto lleva a la verificación y después a la convicción de que la actitud sostenida de virtud compensa, o sea, que es rentable. El vicio, a la larga, nunca es rentable y si, en un corto plazo, eso no se nota mucho se debe a la condición de parásito que reviste el vicio, es decir, a que el vicio se aprovecha de la situación mayoritariamente virtuosa. Por ejemplo, el competidor desleal puede sacar partido a corto plazo de su actuación porque opera en un marco en el que la mayoría de los competidores son leales. Si en un momento se diera una competición desleal de todos contra todos, el mecanismo dejaría de funcionar, es decir, sería imposible la competencia.

La virtud dice relación importante con el placer, porque muchas veces por placer hacemos lo malo y o por causa del dolor nos apartamos del bien; y otras veces nos hacemos buenos a costa de esfuerzo y dolor. Los hombres se hacen malos no por sentir placer, sino por perseguir o rehuir a los que no se debe, cuando no se debe o como no se debe. La virtud significa hacer lo correcto y sentir placer por ello. Virtuoso será, pues, el que se sirve bien del placer y del dolor.

En resumen, la acción éticamente buena se traduce en la posesión de una virtud. Gracias a la virtud el hombre desarrolla una potencia operativa o de la voluntad por medio de la cual aquello que hace, lo hace bien. Tener una virtud es, por tanto, un saber hacer y hace bueno al que la posee.










UNIDAD 1

LAS VIRTUDES
Virtud y Carácter


Seminario Socrático
¿Qué es el carácter?
¿Tiene alguna relación el carácter con las virtudes?
¿Tiene alguna importancia el carácter en el desarrollo profesional?
¿Podemos cambiar nuestro carácter?


Contenido

Virtud y Carácter

El que posee una virtud obra racionalmente y esto significa, en principio, que sabe deliberar bien antes de tomar una decisión con objeto de realizar la elección más adecuada y actuar según lo que hayamos elegido. Quien no actúa racionalmente es quien no reflexiona antes de actuar sobre los distintos cursos de acción y sus resultados, quien no calibra cuál de ellos es más conveniente y quien, por último, actúa en contra de la decisión que él mismo reflexivamente ha tomado.

La ética, en un primer sentido, tiene por tarea mostrarnos cómo deliberar bien con objeto de hacer buenas elecciones. Pero la ética no nos dice qué decisión tomar en un caso concreto o particular. Por eso la ética invita a forjarse un buen carácter, para hacer buenas elecciones, como indica el significado etimológico de la palabra ética. En efecto, la palabra griega “Ethos” que significa fundamentalmente carácter o modo de ser. El carácter que un hombre tiene para su vida es decisivo para su vida porque, aunque los factores externos le condicionen en un sentido u otro, el carácter desde el que asume estos factores es el centro esencial de decisión. Según el carácter que un hombre tenga será el modo como enfrentará las vida, con ánimo o desánimo, con ilusión y esperanza, con pesimismo y amargura, con inteligencia o necedad, etc. El carácter es para el hombre su destino.

Las personas no sólo tienen hábitos, sino que con ellos forman el carácter. El carácter de una persona disfruta de una mayor permanencia, incluso que los hábitos, porque el carácter es precisamente la suma de los hábitos; el carácter está constituido por hábitos diferentes que se han adquirido. El carácter explica los diversos hábitos que una persona posee, asó como el grado de perfeccionamiento o desarrollo. En el carácter de cualquier persona concreta, un determinado hábito o grupo de hábitos refuerzan la influencia de algunos hábitos, mientras hacen disminuir el efecto de otros. Por ejemplo, sería más fácil para una persona que es sabia y prudente el ser valiente o justa, Y por el contrario, sería más difícil para el que es prepotente y apresurado ser valiente o prudente. El carácter da un toque personal y único al conjunto de hábitos que tiene cualquier persona.




El carácter de una persona proporciona una expresión más aproximada de su razón y de su voluntad que sus hábitos tomados individualmente y por separado. Si el conocimiento y las elecciones de una persona son lo que mejor refleja el ser de una persona, el carácter proporciona un cuadro más completo de esa persona que sus hábitos, que normalmente se limitan a reflejar rasgos individuales.

Desde el origen griego del concepto ético cabe distinguir en el mundo humano el temperamento (pathos), constituido por aquellos sentimientos y actitudes con los que se nace y que no se pueden cambiar, y el carácter que cada uno se va forjando, el modo de ser del que cada quien se va apropiando a lo largo de su vida al hacer sucesivas elecciones en un sentido. Ciertamente nacemos con una determinada constitución genética y psicológica, que no elegimos, como tampoco elegimos el contexto social. A diferencia de los animales, los hombres nos vemos obligados a modificar nuestra herencia o bien a reforzarla si es buena, eligiendo nuestro propio carácter, aunque en esa tareas nos encontremos sumamente condicionados. A esa posibilidad originaria de elegir el propio carácter llamamos libertad, la cual fundamenta la posibilidad de elegir, y, en este sentido, más vale que nos esforcemos por hacer buenas elecciones.

La ética, pues, en un primer sentido, es el tipo de saber que pretende orientarnos en la forja del carácter, de modo que, consigamos un buen carácter que nos permita hacer buenas elecciones y tomar decisiones prudentes. Quien consiga esto será un hombre sabio, pero no sabio por acumular conocimiento o por deslumbrar a sus semejantes con elevadas reflexiones, sino sabio por prudente, por saber hacer buenas elecciones.







UNIDAD 1

PRUDENCIA Y FORTALEZA
Prudencia


Seminario Socrático
¿Qué significa hacer bien las cosas?
¿Existe algún hábito por el cuál nos acostumbramos a hacer bien el trabajo?

Contenido

Para tomar una buena decisión el hombre tiene una facultad para captar de un modo inteligente la realidad y conocer cómo reaccionar ante ella. Esta facultad se denomina inteligencia práctica y la virtud que instala la inteligencia práctica en el carácter se llama prudencia. La prudencia es la virtud que facilita al mismo entendimiento el definir lo que ha de hacer ante cada situación que se le presente.

La prudencia es la más importante de las virtudes, pues es aquella virtud que se relación con el saber hacer. Este saber hacer significa tener una serie de conocimientos teóricos y técnicos y, al mismo tiempo, poseer la virtud de llevar esos conocimientos a la acción, a la vida práctica. La prudencia es la virtud del emprendimiento, es decir, el hábito de quienes, teniendo conocimientos acerca de la vida del trabajo, ponen en práctica de una manera novedosa esos conocimientos. La prudencia implica, por tanto, resolver lo difícil que es adecuar los conocimientos a la complejidad del mundo real. Sin la prudencia, los conocimientos técnicos son impracticables.

La prudencia es un hábito que nos permite decidir racionalmente con mayor facilidad. Resultaría, por ejemplo, agotador tener que pensar cada vez que vamos a andar o a subir al ascensor cómo hacerlo del mejor modo y por eso el haberlo aprendido nos ahorra una gran cantidad de energías. Pero esto mismo ocurre en actuaciones menos rutinarias, como sería el caso de tomar buenas decisiones a los largo de la vida: que quien ha asumido qué fines se propone y cuáles suelen ser lo medios más adecuados para alcanzarlos, y además se ha habituado a optar por ellos porque son lo que conviene, ahorra un inmensa cantidad de energías y con ello obra, claro está, racionalmente.

Esto no significa en modo alguna que lo inteligente sea convertirse en un autómata, que siempre elige los mismos medios, sin ninguna capacidad de innovación, porque un individuo semejante sería incapaz de adaptarse a los cambios sociales y técnicos y además carecería de creatividad, dos características –adaptación y creactividad– indispensables en la vida humana, y muy concretamente en la vida profesional- Habituarse a hacer buenas elecciones significa más bien ser bien consciente de los fines últimos que se persiguen, acostumbrarse a elegir en relación con ellos y tener las habilidad suficiente como para optar por lo medios más adecuados para alcanzarlos. Esta es la virtud de la prudencia, es decir, la virtud del inteligente.

Tomar buenas decisiones no implica solamente unos criterios técnicos; la prudencia tiene, además, un carácter moral intrínseco y no es sólo un hábito que nos permite ser más ingeniosos. Hacer las cosas bien al modo de la prudencia significa:

i. Acertar, triunfar, ser efectivo y eficiente, actuar sagazmente, rendir, etc.
ii. Hacer el bien

Por ejemplo, un buen ladrón que aplica una serie de conocimientos tecnológicos y topográficos para llegar a la bóveda del banco desde una excavación no es una persona prudente, porque, aunque ha sido eficaz, técnicamente eficiente, ha triunfado, ha acertado, etc., no está haciendo el bien, porque robar es siempre malo. Las habilidades prácticas que se ponen en práctica para conseguir un mal es el hábito de la astucia, que respecto a la prudencia, es un vicio.

Además, el buen hacer técnico está íntimamente ligado a los moral, a hacer el bien, porque el mal hacer técnico puede engendrar responsabilidades morales. Conducir un vehículo de carga o manipular una herramienta sin conocimientos técnicos suficientes puede acabar con la vida de otras personas

Lo contrario al astuto es el inútil que, queriendo hacer un bien, no logra hacerlo porque no da con los medios adecuados. Este personaje no es prudente porque no logra concretar una acción buena; sólo tiene buenas intenciones. La prudencia es, por tanto, hacer bien el bien. Este es el auténtico significado del saber hacer, lo que en otras palabras, es ser excelente en lo que se hace, es decir, sobresalir por la calidad de la actuación.

La realización de la acción prudente se da en tres etapas distintas:

La primera de ellas es la que dice relación con la optimización del pasado, la que se funda en la memoria, es decir, en la conservación de la experiencia, tanto de la propia, como de la ajena. El prudente es el que aprende de acciones pasadas porque estudia los antecedentes y, respecto de su acción, transforma antiguas experiencias en parámetros para decidirse por uno u otra acción. De este modo, propio de la memoria es el hábito de la consulta. El prudente es quien tiene el hábito de indagar en las experiencias anteriores y, por lo mismo, debe estar siempre dispuesto a aprender. Esta disposición es la que se llama docilidad, es decir, el hábito de dejarse enseñar. Un buen consejo no sirve de nada si no se quiere aprender. Los estudios no sirven de nada si no se es dócil. La docilidad no es inferioridad, sino todo lo contrario, enriquecimiento con la experiencia y los conocimientos ajenos.

La segunda etapa es la que dice relación con el diagnóstico del presente. Quien se preocupa del presente se preocupa de los detalles. La minuciosidad o el detallismo significan saber mirar alrededor, es decir, con circunspección. Esta cualidad es difícil porque es de experiencia corriente que el hombre ve sólo los que quiere ver. De ahí la necesidad de estar dispuesto a ver también lo que no se desea ver. Además de minucioso, el prudente es quien tiene el hábito de ver la situación más allá de los detalles. Esto es la inteligencia del presente, la que implica una visión del panorama de la situación actual que se vive. El que se queda en lo puros detalles, a veces sólo ve los problemas y no las soluciones.

Finalmente, el prudente es quien cae en cuenta del futuro. La prudencia implica necesariamente ser previsor y tener la capacidad de deducir conclusiones a partir de los que se conoce de la experiencia del pasado y de la realidad de las cosas en el presente. En la práctica la previsión del futuro es siempre incompleta, porque no podemos ver el futuro tal como será. Pero, siendo prudentes, sí debemos considerar que futuro vendrá y que es siempre bueno mejorar las condiciones actuales para enfrentar lo imprevisible, aunque ello no nos asegure nada.

La prudencia es, por tanto, la virtud por la cual nos habituamos a conocer la realidad sobre la que actuamos y esta habitualidad forja los cimientos a partir de los cuales sabemos hacer algo porque conocemos el ámbito en el que actuamos.




UNIDAD 1

PRUDENCIA Y FORTALEZA
Fortaleza y Templanza


Seminario Socrático
¿Qué significa ser fuerte?
¿Es la Fortaleza una virtud? ¿Por qué?
¿Es necesario ser fuerte para lograr metas o sólo se necesita ser inteligente?

Contenido

Conocer no garantiza una acción buena. Ser virtuoso sería bastante más fácil si no existieran dificultades en el mundo del trabajo. Pero esto no es posible en el mundo real y, quienes se desarrollan profesionalmente, tienen que ser fuertes para sobrepasar dificultades y poner en práctica aquello que saben hacer para lograr lo que se proponen. La fortaleza es la virtud que facilita resolver las cuestiones difíciles y permite estar en lo que hay que estar para poner los medios adecuados al fin: la resolución de la dificultad. La fortaleza es la disposición habitual para enfrentarse con dificultades y obstáculos, a fin de lograr la meta. La eficacia de la práctica profesional puede deberse sin duda a la virtud de la prudencia que capacita al entendimiento para que acierte en los objetivos a lograr. Pero el acierto de los mejores objetivos es solamente una parte de la consecución de una meta. El esfuerzo para acceder al objetivo fijado, que es la fortaleza se cumple y logra la consecución del objetivo, y si el objetivo o la meta es verdaderamente valiosa encontrará serias dificultades e inconvenientes, que mayores serán en el grado en que sean más grandes los objetivos. En paralelo, una meta mediocre exige menos esfuerzo en su consecución, ya que no presentará inconvenientes tan graves.

La virtud de la fortaleza va de la mano con la prudencia, que conoce la realidad y puede estimar cuáles son los fines que puedo alcanzar. Sin embargo, aunque la prudencia resuelva teóricamente las dificultades que presenta la realidad para el logro de una meta, esa dificultad es teórica y otra cosa es la dificultad real que requiere una acción real propia del hombre fuerte. Esto nos hace pensar en el hecho

Los actos de la fortaleza son principalmente dos: resistir y atacar. Resistir dice relación con el sostenimiento de la dificultad, es decir, con el hábito de no dejarse vencer por los problemas. Propio de la resistencia o constancia es también la paciencia, virtud por la que una persona impide que los males depriman. El paciente es aquel que tiene el hábito de esperar los momentos más favorables para la resolución del problema. La fortaleza es la virtud que capacita al hombre para enfrentarse a las dificultades en el logro del objetivo. La constancia nos facilita enfrentarnos no con la dificultad, sino con la prolongada o demora en la consecución de la meta. Así, la fortaleza con la constancia se enfrenta al tiempo y supera el cansancio. La constancia es aquella cualidad que ratifica a lo largo del tiempo la decisión tomada. La constancia es aquella cualidad que vence la prolongación y el tedio.

Atacar hace referencia hábito por el cual nos afrontamos al obstáculo disponiendo los medios necesarios para superarlo, esta es la virtud que reconocemos en el proactivo. Como dijimos, la paciencia no facilita enfrentarnos a la dificultad, pero la proactividad sí lo hace. El que sabe atacar es quien tiene la actitud necesaria para enfrentar los problemas con ánimo de solución y no se queda esperando que los problemas se soluciones por sí solos, aunque siendo paciente espera el momento propicio para que la acción sea efectiva en la solución de problemas. Unida a la actitud de ataque está la perseverancia, que es la persistencia en la proactividad a pesar de las molestias. La perseverancia, lo mismo que la paciencia, es virtud del inteligente, que advierte que la realidad casi nunca se acomoda a sus deseos.

Propio del paciente es también la templanza, virtud fundamental en el logro de objetivos y metas. El templado es aquel que no se deja llevar por placeres inmediatos que pueden impedir la continuidad del trabajo. Lo contrario a la templanza es la pereza, es decir, el mal hábito de ser dejarse vencer por el placer inmediato del descanso innecesario; con la pereza la constancia en el actuar se interrumpe por el placer de la inactividad. El templado logra evitar los placeres que lo desvían de sus objetivos y prefiere pasar menos momentos placenteros con tal de lograr lo que se ha propuesto con su trabajo. El hedonismo contemporáneo supone una seria deficiencia para la ejecución del trabajo. El hombre que carece de templanza no está habituado a la represión del atractivo de los bienes sensibles placenteros y tenderá indefectiblemente a no tener constancia en su trabajo. El hombre constante, a diferencia del hedonista, es austero, tiende sobriamente al bien arduo, sin desparramarse por el atractivo que le ofrecen lo bienes placenteros, que son precisamente evitados por la templanza. El templado no desprecia el placer, sino que lo ordena de acuerdo a los logros que quiere para su vida en el largo plazo.

Ahora bien, si la fortaleza, paciencia, perseverancia son valores éticos, los vicios que se le oponen resultarán fatales para cualquier tarea humana. La timidez o la cobardía que es la incapacidad de hacer frente a los obstáculos. La temeridad o falta de realismo en el aquilatamiento de la dificultad. La obstinación o resistencia cuando ya ha desaparecido el obstáculo. La inconstancia o falta de aplicación continuada de una determinada medida o comportamiento. La prepotencia o vicio por exceso de la fortaleza, es decir, el vicio de quien no se deja aconsejar y, por tanto, equivoca además el camino de la virtud de la prudencia y la docilidad.

En resumen podemos decir que el hombre virtuoso es prudente porque, entendiendo la realidad en el tiempo, conoce el fin al que debe dirigir su acción y el modo de conseguirlo; es fuerte porque puede tiene el ánimo de la voluntad que le permite superar los obstáculos que se le presenten en la consecución de ese fin; y es templado porque no se deja vencer por la tentación de los placeres inmediatos que le impedirían conseguir el fin que ya sabe que es bueno.




UNIDAD 1

PRUDENCIA Y FORTALEZA
La concreción de las virtudes en las características del trabajo


Seminario Socrático
¿Es posible reconocer las virtudes de una persona y su ética profesional por las características de su trabajo?
¿Cómo identificamos en concreto que un trabajo está realizado por una persona virtuosa?
¿Cuáles son estas características?

Contenido

Conocer una virtud no significa poseerla. Saber qué es la templanza no implica necesariamente que nos convirtamos automáticamente en personas templadas. Las virtudes hay que ponerlas en práctica y para ello la vida del hombre en la organización da algunas coordenadas para saber hacia donde debemos encaminar el desarrollo de nuestras acciones. Cada empresa exige de sus miembros una serie de características que deben encarnarse en el carácter de los directivos como de los operarios. Cada vez que alguien actúa en la empresa debe procurar para una buena acción sea la de alguien que actúa con:


Es imposible negar que estas características sean necesarias en el trabajo profesional. No puede prescindirse de la responsabilidad o el orden. No pueden quedar fuera de las relaciones profesionales la honradez y el respeto al derecho de los demás, a la ley y a los reglamentos; es inmejorable la actitud de quien se preocupa por el ahorro y la inversión; y sólo seremos mejores profesionales en la medida que amemos el trabajo y tengamos un profundo deseo de superación. Estas diez actitudes son, por tanto, puntos cardinales para el desarrollo de virtudes y del carácter profesional bueno.


UNIDAD 1

LA VOCACIÓN
Virtud y Vocación


Seminario Socrático
¿Qué es una vocación?
¿Es necesaria la vocación para hacer bien el trabajo?
¿Tienes alguna Vocación? ¿Has pensado cuál es tu vocación?
¿Tiene alguna importancia la vocación en el desarrollo profesional?

Contenido

Como ya hemos dicho, en la vida en general como en el ámbito profesional, ser prudente es habituarse a hacer buenas elecciones significa más bien ser bien consciente de los fines últimos que se persiguen, acostumbrarse a elegir en relación con ellos y tener las habilidad suficiente como para optar por lo medios más adecuados para alcanzarlos. Por esto, la virtud exige la consideración de un fin por el que desarrollamos una acción.

Para el reconocimiento de este fin podemos ver que el prudente o el virtuoso es quien actúa por tres objetos de preferencia, a saber, lo hermoso o bello, lo conveniente o útil y lo agradable. Con estos criterios se elige inteligentemente qué es lo que queremos alcanzar con nuestra actividad profesional. Respecto de lo hermoso, lo útil y lo agradable el buen profesional acierta y el malo yerra. Por ejemplo, el publicista debe hacer de su trabajo algo atractivo para los demás (hermoso) y debe ser puesto en el espacio público de tal manera que se lea la publicidad expuesta en su trabajo (útil) y además, el trabajo debe ser agradable para quienes lo leen como para el mismo publicista que lo ha realizado, porque si al mismo autor no le gusta su trabajo, difícilmente obtendrá buenos resultados.



Si efectivamente nos interesa ser virtuosos en lo que hacemos, la pregunta que viene unida naturalmente a este interés es aquella que interroga acerca de qué actividades me sentiré realmente satisfecho cuando logre resultados que puedan ser calificados de hermosos, convenientes y agradables. Descubrir en dónde uno se siente en su lugar haciendo bien el trabajo es lo que podemos llamar el discernimiento de la vocación profesional.

Descubrir que es lo que quiero o cuál es el sentido de lo que quiero hacer en la vida se traduce en un impulso vital que podemos llamar vocación. La vocación es como una llamada que descubrimos en nosotros mismos y que nos dice qué es lo que queremos hacer con nuestra existencia. Sin una conciencia de aquello que queremos lograr con nuestro trabajo, la virtud es imposible, porque no daríamos con aquello que siendo hermoso, conveniente y agradable nos identifique.

Descubrir la vocación es encontrar aquello que es bueno para la propia vida. Si la pregunta por la vocación, el trabajo pierde sentido y difícilmente podrá ser un trabajo bien hecho. Aprender a ser un buen profesional pasa por el descubrimiento del sentido.












UNIDAD 1

LA VOCACIÓN
Vocación y Sentido de Vida


Seminario Socrático
¿Cuál es el sentido de mi vida?
¿Qué sentido tiene mi trabajo para el desarrollo de mis ideales?
¿Tiene sentido mi trabajo?
¿Es mi trabajo sólo un deber?


Contenido

El problema del sentido de la vida debe ser considerado como un problema verdaderamente humano. El hecho de poner sobre el tapete el problema del sentido de la vida no debe ser interpretado nunca como síntoma o expresión de algo enfermizo, patológico, anormal del hombre o una actitud demasiado filosófica que no tiene importancia para mi vida; lejos de ello, es la verdadera expresión del ser humano de por sí. Podemos perfectamente imaginarnos el caso de animales muy desarrollados, como las abejas o las hormigas, organizados casi de un modo social y superiores en ciertos aspectos a la sociedad humana en lo que ha este tipo de organización, semejante al Estado, se refiere. Pero jamás podremos llegar a la conclusión de que un animal se plantee el problema del sentido de la propia existencia, ni pueda hacer de su vida al discutible o problemático, o incluso si una hormiga se plantee la pregunta acerca de su vocación como obrera o reina. Lo incorrecto es desviar la preocupación por el sentido de la vida y hacer de la existencia sólo un presente. Ser presentista es una deformación de la vida que consiste en creer que se puede renunciar a toda orientación, a toda meta o a toda vocación.

El sentido de la vida es algo que descubrimos en nosotros mismos, no está dado. Cada uno de nosotros podemos imaginar el sentido que queremos darle a nuestra vida y elegir una actividad profesional que se adecue a ese sentido. Esta elección es la que podemos llamar propiamente vocacional, que no la simple elección de una carrera, sino la de una carrera que le de sentido a mi existencia. El que actúa por vocación no actúa por conveniencia, ni por lucro, ni por honores, sino que actúa porque eso le da sentido a su existencia. La vocación hace del sentido de vida una misión clara. La pregunta acerca de la propia vocación es la que permite hacer del presente una realidad con sentido.
















UNIDAD 1

LA VOCACIÓN
Vocación y Trabajo


Seminario Socrático
¿Es sólo una la profesión que podrá concretar mi vocación?
¿Es la vocación algo que va más allá de las actividades particulares?
¿Cuál es realmente aquello que quiero lograr con mi vocación?

Contenido

No basta preguntarse por el sentido de la vida, sino que es necesario responder ante la vida misma. La respuesta por la vida debe darse como una respuesta activa y encuadrada dentro de la concreción del cada día, que es el espacio concreto del ser humano responsable.

El hombre que no comprende el sentido peculiar de su propia existencia singular se sentirá necesariamente paralizado en las situaciones difíciles de la vida. En cambio, cuando los valores y su realización ocupan un primer plano en la misión de vida del hombre, el campo de su realización concreta coincide en general con el del trabajo profesional. El trabajo puede representar, en particular, el espacio en el que la peculiaridad del individuo se enlaza con la comunidad, cobrando con ello su sentido y su valor, cobrando con ello su sentido y su valor. En este sentido, el valor y el sentido del trabajo corresponden a la obra, no a la profesión en cuanto tal. No una profesión determinada la que le da al hombre la posibilidad de realizarse. Podemos, incluso, decir que ninguna profesión hace feliz al hombre. Es cierto que muchas gentes, sobre todo las gentes neuróticas, afirman que habrían podido cumplir su misión en la vida si hubiesen tenido otra profesión, pero al expresarse así equivocan la realidad y el verdadero sentido del trabajo profesional y se engañan a sí mismas. Cuando una profesión concreta que se ejerce no produce en el hombre un sentimiento de satisfacción, no debe culparse de ello a la profesión, sino al hombre mismo. No es la profesión de por sí la que hace a quien la ejerce irremplazable e insustituible; la profesión, simplemente, le da la posibilidad de eso.

Lo importante para darle sentido al trabajo y vincularlo a la propia vocación está en tener claro que lo importante no es, en modo alguno, la profesión que se ejerce, sino el modo como se la ejerce; que es de nosotros mismos, y no de la profesión concreta en cuanto tal. Es de cada uno de nosotros de quien depende que el trabajo tenga valor, que sea personal y específico, de manera que le de un carácter único e insustituible a nuestra actividad profesional y sentido a nuestra vida.

Por ejemplo, si analizamos el trabajo de una enfermera, podemos ver que su actividad profesional consiste en esterilizar la jeringas, sacar del cuarto de los enfermos sus excrementos, hacerles la cama y acostarlos; faenas muy útiles, pero que en sí mismas difícilmente podrían satisfacer en lo humano a quien las realiza. Sin embargo, allí donde está la enfermera, más allá de sus deberos más o menos reglamentarios, hace algo verdaderamente personal. Encuentra, por ejemplo, las palabras de su propia cosecha para consolar al enfermo grave a quien cuida, allí es donde se le abren las posibilidades de dar sentido personal y propio a lo meramente profesional. Pues bien, estas posibilidades las ofrece toda profesión, siempre que el trabajo sea debidamente comprendido, o sea, siempre que el trabajo tenga un sentido vocacional.

Lo único que hace a la vida algo insustituible e irremplazable, algo único, algo que se vive una vez, depende del hombre mismo, depende de quien lo haga y de cómo lo haga, no de lo que se haga. Y es cada hombre que decide encontrar su vocación en eso que le da sentido a su profesión, cualquiera que esta sea, porque la profesión es una manera de aportar, es un medio, y no un fin en sí misma.



UNIDAD 1

TALENTO
Talento y Virtud

Seminario Socrático
¿Tiene alguno de ustedes algún talento?
¿Hay alguien que no tenga ninguno?
¿Cuál es la diferencia entre un talento y una habilidad?
¿Acaso no es cierto que tener un talento implica tener una habilidad?
¿Quién tiene un talento necesariamente triunfa en las actividades que realiza?

Contenido

Talento y Virtud

El talento es la posesión de una cierta habilidad que no hemos conseguido voluntariamente, sino que simplemente la tenemos. Podemos conseguir ser hábiles en una actividad, pero es no es talento. El talento es la habilidad que simplemente tenemos al nacer. Puede ser una habilidad física, como el desplante en el escenario o el manejo de cámaras, como también una habilidad intelectual, como la habilidad para el cálculo o para hablar en público. Sin embargo, que tengamos un talento particular no significa que siempre seamos mejores que otros en lo que respecta a ese talento. El talento es una ventaja, pero no es un triunfo asegurado.

El talento se transforma en un beneficio en nuestras vidas cuando lo ponemos en práctica y desarrollamos a partir de él un hábito y una virtud, antes no. Incluso es posible desaprovechar los propios talentos al no ponerlos en práctica o hacer mal uso de ellos. Quien tiene un talento para un deporte, tiene una habilidad para la ejecución de ese deporte. El joven futbolista con talento tiene habilidades que otros no tienen (agilidad, velocidad, etc.), pero sin una virtud que acompañe el desarrollo del talento, la habilidad no sirve para nada, porque si no somos prudentes o actuamos con perseverancia, es muy probable que el talento se pierda. Si aquel deportista que es veloz no practica y se confía en su velocidad, probablemente sea superado por otros que no tenían tanto talento, pero que fueron perseverantes con el entrenamiento. Sin hábitos de trabajo y sin carácter las habilidades se pierden y los talentos, que son aquellas habilidades innatas, nos hacen más culpables de haber partido con ventaja y no haber llegado a la meta.

El talento sólo es posible aprovecharlo en la medida en que tengamos hábitos, porque de lo contrario no se pone en práctica o, si se lo hace, se pone en práctica de una manera irregular o inconstante. Sólo la posesión de virtudes asegura el aprovechamiento de los propios talentos, porque de los talentos no nace ni la fuerza de voluntad, ni la disciplina, ni ninguna de los hábitos propios de la voluntad. Además, quien no tiene talento alguno sí tiene la posibilidad de conseguirlos a través de la adquisición de virtudes. Es incluso posible que alguien sin talentos sea más exitoso que otro que sí tenía los talentos, pero que no supo aprovecharlos porque no tuvo nunca las virtudes necesarias para poner en práctica esos talentos de una manera correcta.





UNIDAD 1

TALENTO
Talento y Equipo


Seminario Socrático
¿De qué depende que yo pueda desarrollar mis talentos en el trabajo?
¿Es necesario que otros me ayuden a desarrollar mis propios talentos?
¿Depende el desarrollo de mis talentos del equipo de trabajo en el que participe?

Contenido

No es necesario ser un genio para tener un talento. Es cierto que han existido talentos geniales que sobrepasaron la media, como el talento de Mozart, de Cervantes o de Gabriela Mistral. Sin embargo, para todos los demás que no somos genios, la posesión de un talento no es algo que nos esté vetado, al contrario, talentos hay para todos, el problema está en la posibilidad de encontrar un lugar en donde desarrollar los propios talentos.

El talento es una aptitud o capacidad para el ejercicio de una ocupación. El talento no lo elegimos, ni lo conseguimos, sino que simplemente lo tenemos. A diferencia de una virtud, un talento lo poseemos sin más. Sin embargo, el talento no nos asegura ningún buen resultado, sino una facilidad para la eventual puesta en práctica de alguna actividad determinada. El talento no aparece hasta que no lo ponemos en práctica y no tiene ningún valor hasta que conseguimos hacer de él una virtud.

La palabra talento se utiliza hoy en día gracias a la interpretación que se hace de ellos a partir de la parábola de los talentos que aparece en el Nuevo Testamento. Talento era en la antigüedad una moneda de cambio y, como dice la parábola, tres criados recibieron diferentes cantidades de talentos y obtuvieron con ellos distintos resultados, con independencia de la cantidad recibida. La enseñanza de la parábola dice relación con el aprovechamiento de los talentos y con el hecho de que tener talentos no significa nada si no se ponen en práctica de manera inteligente. Un talento no es un éxito profesional asegurado ni una carrera profesional sin esfuerzo. Talento es aquello que nos hace más fácil la elección de una vocación y la manera de aportar al equipo de trabajo.

Un talento profesional, sin embargo, se entiende y se potencia sólo dentro de una organización. Sin un equipo los talentos no se desarrollan, y sin talentos, los equipos no andan. Hablar de talento es hablar de aporte a la actividad común. La razón principal por la que podemos afirmar esto se encuentra en la propia experiencia: sin otros no puedo desarrollar mis talentos, porque son otros los que permiten que los talentos se pongan en práctica: padres, profesores, jefes, compañeros de trabajo, etc.

Cuando nos referimos al talento que se requiere para ser buen profesional, nos referimos al talento de Pelé, de Julio César o de Von Karajan que contribuyeron a alcanzar resultados superiores o extraordinarios en un equipo de fútbol, en un ejercito o en un orquesta. Pelé no ganó sólo ninguna copa, sino que lo hizo con un equipo. Sin el resto de sus compañeros no hubiera sido posible la victoria. Si Pelé hubiera jugado en un equipo de tercera división también habría destacado, pero sus resultados no habrían sido tan buenos, pues es muy probable que no hubiera recibido los pases necesarios para hacer las jugadas que su talento le permitía. Esto es lo que define al talento profesional: talentos individuales que se potencian por el equipo. Los profesionales aportan con su talento al éxito de la empresa, y las empresas que quieren ser exitosas facilitan que el talento de las personas que las constituyen se libere, aportando lo más posible al desarrollo de la empresa. Los profesionales con talentos no son sólo los extraordinarios, como Pelé, sino todos aquellos que contribuyen, tal como lo hicieron todos los demás jugadores que participaron en la copa de 1962.

De este modo, se puede definir al profesional con talento como aquel que estando comprometido con el bien de la empresa, pone en práctica todas sus capacidades para obtener resultados superiores en un entorno y una organización determinados.

La posibilidad de desarrollar el propio talento se encuentra en el trabajo del equipo. Un mal equipo destruye el talento de las personas que lo conforman y, al contrario, un buen trabajo en equipo fomenta el desarrollo de las aptitudes de cada uno de los miembros de la organización. La razón de esto se encuentra en el simple hecho de que nadie tiene en si mismo todas las características necesarias para el buen desarrollo del equipo; nadie es tan hábil y talentosos para ser arquero y delantero a la vez, ni para jugar y ser el técnico del equipo.

En cierta ocasión le decía Pu Shang a Confucio: “¿qué clase de sabio eres tú que te atreves a decir que Yen Hui te supera en honradez; que Tuan Mu Tsu es superior a ti a la hora de explicar las cosas; que Cheng Yu es más valeroso que tú ; y que Chuan Su es más elegante que tú? Si todo es cierto, entonces, ¿por qué los cuatro son discípulos tuyos?”. Confucio respondió: “Quédate donde estás y te lo diré. Yen Hui sabe como ser honrado, pero no sabe cómo ser flexible. Tuan Mu Tsu sabe cómo explicar las cosas, pero no sabe dar un simple sí o un no por respuesta. Cheng Yu sabe cómo ser valeroso, pero no sabe ser prudente. Chuan Sun sabe cómo ser elegante, pero no sabe ser modesto. Por eso los cuatro están contentos de estudiar conmigo”.

La complejidad del entorno, el ritmo y la densidad de los cambios, la amplia gama de conocimientos requeridos, nos recuerdan que no somos autosuficientes, que solo somos más vulnerables e indefensos que nunca. El talento, para hacerse efectivo, requiere de otras personas, requiere de equipos de trabajo en donde cada uno aporte a desarrollo de la actividad común. De lo contrario no se obtienen buenos resultados para las organizaciones, ni se logran poner en práctica los propios talentos.





















FET 003

UNIDAD 2

TALENTO
Dominio Personal



Seminario Socrático
¿Es necesario tener dominio sobre sí mismo?
¿Tiene alguna relación el dominio de sí con la necesidad de aprender?
¿Qué ocurrirá en nuestras vidas si no tuviéramos control de nosotros mismos?
¿Es posible tener más dominio de sí?
¿Es mejor tener más dominio de sí?

Contenido

La única posibilidad de desarrollar los propios talentos pasa por el dominio personal; quien carece de esta característica no puede desarrollar nunca ningún hábito. El dominio personal es la expresión visible de la fuerza de voluntad, y sin fuerza de voluntad no hay aprendizaje. La gente con un alto nivel dominio personal expande continuamente su aptitud para crear los resultados que buscan en la vida; resultados que pasan necesariamente por la voluntad de un aprendizaje continuo en la vida profesional.

El dominio personal trasciende la competencia, las habilidades y los talentos, aunque se expresa en ellas. El dominio personal significa abordar la vida como una tarea creativa y someramente reactiva. Cuando el dominio personal se transforma en disciplina –una actividad que integramos a nuestra vida-, ocurren dos cambios en nuestra actitud: el primero consiste en que clarificamos continuamente aquello que es importante para nosotros. A menudo pasamos tanto tiempo afrontando problemas en nuestra senda que olvidamos por qué seguíamos esa senda. El resultado es una visión borrosa e imprecisa de lo que realmente nos importa. El segundo consiste en aprender continuamente a ver con mayor claridad la realidad actual. Todos hemos conocido a personas atascadas en relaciones contraproducentes, que siguen empantanadas porque insisten en fingir que todo anda bien. O hemos visto que hay profesionales que dicen que todos los planes se están cumpliendo, cuando una ojeada honesta a la realidad indica lo contrario. El moverse hacia un destino deseado, es vital saber dónde estamos ahora.

La yuxtaposición entre visión (lo que deseamos) y una clara imagen de la realidad actual (dónde estamos en relación con el lugar dónde deseamos estar) genera lo que denominamos tensión creativa, es decir aquella circunstancia en donde debemos ingeniárnoslas para superar la situación actual y lograr la situación que anhelamos.

En este contexto el aprendizaje no significa adquirir más información, sino expandir la aptitud para producir los resultados que deseamos, es decir, mejorarnos permanentemente a nosotros mismos. Así, el dominio de sí mismo es vital y se transforma en un nivel especial de destreza, en un hábito.

El dominio personal tiende a concretarse en las personas a través de diferentes características de las que ya hemos hablado en el curso:

Quien tiene dominio de sí tiene también un sentido especial del propósito que subyace a sus visiones y metas. Para esas personas una visión es una vocación y no sólo una buena idea. Ven la realidad actual como un aliado, como una oportunidad, no como un obstáculo o enemigo. Han aprendido a percibir la realidad del cambio y a trabajar sin que ello sea un problema, sino una oportunidad. Son profundamente inquisitivas, y desean ver la realidad con creciente precisión. Como se ha visto en la experiencia de varias organizaciones, las personas con alto nivel de dominio personal son más comprometidas, poseen mayor iniciativa, tienen un sentido más amplio y profundo de responsabilidad en su trabajo y aprenden con mayor rapidez.

La lógica del dominio personal es la del aprendizaje. El dominio personal es un proceso permanente; es una disciplina que dura toda la vida. Las gentes con alto nivel de dominio personal son muy conscientes de su ignorancia, su incompetencia en algunos ámbitos y cuáles son aquellos campos en los que todavía queda mucho por aprender.

Pero la razón más importante por la que el dominio personal es esencial en la carrera profesional es el impacto en el desarrollo persona pleno que tiende, finalmente, a la felicidad de las personas. La realización personas sólo fuera del trabajo, ignorando la significativa parte de la vida que pasamos trabajando, equivale a limitar nuestras oportunidades de ser personas más felices y completas.



UNIDAD 2

TALENTO
La disciplina del Dominio Personal



Seminario Socrático
¿Es necesario tener una visión de sí mismo para administrar el dominio personal?
¿Cuál es la diferencia entre un propósito personal y la visión de sí mismo?
¿Qué hago cuando las circunstancias de mi vida no permiten conseguir un propósito inmediatamente?

Contenido

Visión personal
La mayoría de las personas que trabajan tienen poco sentido de una visión real. Tenemos metas y objetivos, pero éstos no son visiones. Cuando les preguntan qué desean, muchos profesionales hablan de aquello que quieren librarse. Quieren un trabajo mejor, es decir, quieren librarse del trabajo aburrido que tienen. Quieren vivir en un vecindario mejor o no preocuparse por la delincuencia, o que sus hijos estudien en la universidad. Quieren que la suegra regrese a la propia casa, o que deje de dolerles la espalda. Esas letanías de visiones negativas son un triste lugar común, incluso en gente de mucho éxito. Esto ocurre muchas veces porque no se tiene claridad respecto a lo que es importante para nosotros mismos, es decir, para lo que realmente es el propósito de lo que hacemos y cuáles son los medios para lograr ese propósito. La capacidad para concentrarse en metas intrínsecas relevantes, no sólo en metas secundarias, es el elemento fundamental del dominio personal.

Una visión real no se puede comprender al margen de la idea de propósito, Con propósito me refiero a por qué un individuo cree que está vivo. Nadie puede demostrar ni refutar la afirmación de que los seres humanos tienen un propósito en la vida. Sería infructuoso iniciar ese debate.

Pero propósito no es lo mismo que visión; ambos construyen parte del conocimiento personal, pero no son lo mismo. El propósito es un encabezamiento general. La visión es un destino específico, la imagen de un futuro concreto que se desea. El propósito es abstracto. La visión es concreta. El propósito es afinar la capacidad de hombre para explorar los cielos, es una declaración de principio. La visión es, por ejemplo, un hombre en la luna a fines de los años sesenta. El propósito es ser todo lo que puedo ser, excelencia. Visión es correr un kilómetro en cuatro minutos.

Podemos decir que nada ocurre hasta que existe una visión. Pero también podemos decir que una visión sin propósito, sin vocación, es sólo una buena idea, pero sin alma o sentido real para mí. Por ejemplo, estudiar ingeniería es una buena visión en la vida, pero si no es mi vocación, es una visión sin ningún propósito.

En este sentido, cómo siempre estamos eligiendo lo que queremos en la vida, el dominio personal debe transformarse en una disciplina. Es un proceso de focalizarse continuamente, una y otra vez, en lo que uno desea de veras, en nuestras visiones con propósito.

Tensión Creativa
A menudo la gente siente gran dificultad para hablar de sus visiones, aunque las visiones sean nítidas. Esto es así porque tenemos una dolorosa conciencia de la brecha entre nuestra visión y la realidad. “Me gustaría fundar mi propia empresa”, pero “no tengo el capital”. “Me gustaría seguir la profesión que a mí me gusta”, pero “tengo que ganarme la vida”. Estas brechas pueden crear la impresión de que una visión de vida es fantasiosa, ilusa o poco realista, algo propio de un soñador. Pero resulta que para muchos la brecha entre la visión y la realidad es también fuente de inspiración y energía. Si no hubiera brecha, no habría necesidad de acción para moverse para hacer realidad nuestra visión. La brecha es fuente de energía creativa y se le llama a esta brecha tensión creativa (Peter Senge, “La Quinta Disciplina”).




La tensión creativa es fundamental en el dominio personal. El término tensión no quiere significar angustia o stress, no es ninguna sensación en particular, sino que es la situación en la que nos encontramos cuando una visión propia está reñida con la realidad actual. Cuando abrazamos una visión que difiere de la realidad actual, y existe una brecha (la tensión creativa), esta se puede franquear de dos maneras: Acomodar la visión a la realidad actual porque cuesta demasiado cambiar la misma realidad. Esto es una manera de “desplazar la carga”, es decir, una manera sutil de abrirle la puerta a la frustración y al fracaso; esta es la vida de quien se siente atrapado por sus circunstancias. El que se acomoda a la realidad no se supera ni mejora. Hill Russel, famoso jugador de baloncesto de los Celtics de Boston, llevaba registros de su puntaje personal. Después de cada partido se calificaba con una escala de uno a cien. En su carrera nunca superó los setenta y cinco. Dada la manera en que la mayoría pensamos en nuestras metas, consideraríamos a Russel un evidente fracaso. El pobre tipo jugó en más de mil doscientos partidos y nunca estuvo a la altura de su propia pauta, porque su realidad no se lo permitía. Pero la búsqueda de esa pauta lo transformó por lejos en el mejor jugador de su época. No importa lo que la visión es respecto de la realidad, lo que importa es lo que la visión logra en el dominio personal y en el aprendizaje profesional. El dominio de la tensión creativa transforma el modo en que enfocamos el fracaso. El fracaso es simplemente un traspié, una prueba entre la visión y la realidad actual. El fracaso es simplemente una oportunidad para aprender. Los fracasos no son síntoma de una falta de valía o de una incapacidad de actuar.

El dominio de la tensión creativa conduce a un cambio fundamental en nuestra actitud ante la realidad. La realidad actual deja de ser un enemigo para transformarse en un aliado. Una visión precisa y penetrante de la realidad actual es tan importante como una visión nítida. Lamentablemente, la mayoría de nosotros tenemos la costumbre de imponer prejuicios a nuestra percepción de la realidad actual y aprendemos a confiar más en nuestras apreciaciones infundadas que en nuestra posibilidad de observar a fondo la realidad. Es más cómo suponer que la realidad es similar a nuestras ideas preconcebidas que observar nuevamente lo que tenemos ante los ojos Si la opción por el camino del desarrollo profesional es el dominio personal y la fidelidad a nuestra visión, la segunda actitud fundamental es en compromiso con la verdad.
























UNIDAD 2
Modelos Mentales


Seminario Socrático
¿Tenemos algún prejuicio?
¿Todos actuamos en razón de nuestros prejuicios?
¿Es lo mismo una interpretación de la realidad que un prejuicio?
¿Es un valor un prejuicio?
¿Qué simboliza el dibujo?




Contenido

Para cualquiera de nosotros este dibujo representa dos personas dentro de una casa mirando por una ventana. Pero, como desmostrara un estudio antropológico, para muchos africanos el dibujo simbolizaba una madre junto a su hijo, ella cargando un paquete en la cabeza y ambos debajo de una palmera. Esta interpretación no tiene mayor trascendencia, porque ni el africano ni el occidental están equivocados. Pero resulta que muchas veces en la vida profesional asumimos que nuestras interpretaciones de la realidad son las únicas verdaderas y nos cerramos a la posibilidad de aprender y de entendernos. Hay cosas que son necesariamente verdaderas y no pueden estar sometidas a la interpretación, por ejemplo, robar o engañar es malo siempre. Estos son valores. Pero además de lo valores existen en nuestra mente supuestos que están profundamente arraigados, generalizaciones, ilustraciones o historias que influyen sobre cómo entendemos al mundo y cómo actuamos en él. Estas interpretaciones son lo que podemos llamar modelos mentales y ellos no son necesariamente verdaderos y pueden transformarse en prejuicios, no sólo respecto del mundo que nos rodea, sino también respecto de nosotros mismos.

El éxito del trabajo en equipo pasa por la capacidad de entendimiento y no hay nada peor para el entendimiento entre las personas que los prejuicios. Un prejuicio es una actitud adquirida antes de toda prueba y experiencia adecuada, y que se manifiesta en forma de simpatía o antipatía frente a individuos, grupos, razas, nacionalidades o ideas, pautas o instituciones.

El problema del prejuicio es que se instala para quedarse. Los prejuicios tienden a ser definitivos y una persona prejuiciosa vive siempre con ellos. Ahora bien, si un equipo de trabajo funciona bien porque se supera, entonces hay aprendizaje en cada uno de sus miembros gracias a la interacción con los demás compañeros, a la experiencia conjunta y personal en el desarrollo de actividades del equipo. En cambio, si los miembros del equipo se hunden en prejuicios y cierran la posibilidad de aprender de la experiencia, no habrá un mejor equipo y el desarrollo profesional de cada uno se frustra. No hay peor cosa para un equipo que el prejuicio de que los otros no saben hacer bien su trabajo o que el jefe no sabe lo que dice.

Sin embargo, sin ser siempre sólo prejuicios, nosotros actuamos en el mundo de trabajos desde la perspectiva personal, desde el propio punto de vista, y esto se traduce en los modelos mentales a través de los cuales evaluamos la realidad. Las diferentes opiniones, percepciones o acciones no constituyen un problema dentro de un equipo de trabajo, al contrario, lo enriquecen. Sin embargo, ellas se vuelven conflictivas cuando cada persona cree que su manera de ver las cosas es la única manera posible o, al menos, la única razonable. Un equipo de trabajo no funciona cuando cada uno cree que su modelo mental es el válido. En vez de utilizar las diferentes percepciones para expandir sus perspectivas e integrarlas en una visión común, cada uno de los interlocutores se traba en una batalla para definir quién tiene la razón, quien tiene la única interpretación correcta de aquél ámbito de la realidad que es propio de la opinión.

Los modelos mentales pueden ser simples generalizaciones, como “las personas sin indignas de confianza”, o teorías complejas, tales como mis supuestos acerca de por qué los miembros de una familia se comportan de tal o cual manera. Los modelos mentales son por lo general la perspectiva a partir de la cual moldeamos nuestros actos. Si creemos, por ejemplo, que las personas son indignas de confianza, no actuamos como s hubiéramos creído lo contrario. Si yo creo que mi hijo no confía en sí mismo y mi hija es agresiva, continuaré interviniendo en sus discusiones para impedir que ella le dañe la autoestima.

En general los modelos mentales afectan lo que vemos. Dos personas con diferentes modelos mentales pueden observar el mismo acontecimiento y describirlo de manera distinta porque han observado detalles distintos. Esto no quiere decir que cada uno tenga la razón, porque eso es contradictorio, sino que quiere decir que el aporte de distintos puntos de vistas es muchas veces un enriquecimiento cuando los principios y los valores están claros.

Del punto de vista de la propia carrera profesional, un modelo mental se puede volver contraproducente cuando impide que aprendamos. Cuando creemos que nuestra apreciación de la realidad profesional es la única correcta no sólo le cerramos el paso al trabajo en equipo, sino que también suprimimos cualquier posibilidad de aprendizaje. Si queremos ser prudentes, aprender y saber hacer, el análisis de la realidad y del propio yo no pueden quedarse en el prejuicio, sino que deben fundamentarse en una actitud de humildad. La humildad es una virtud que se adquiere sobre todo por retroalimentación: examinando los resultados de nuestros propios actos. Siendo, como somos, capaces de autorreflexión, podemos establecer una relación objetiva entre nuestros actos y sus resultados, calibrando lo que hay en aquellos de defectuoso cuando los resultados son mediocres, y siendo cuáles son, además de nuestros actos, las circunstancias favorables que concurrieron a los resultados exitosos. Quedarse en un modelo mental, es evitar aprender.

La posibilidad de abrir los propios modelos mentales y apreciar la perspectivas de los demás radica en la posibilidad que tenemos todos nosotros para preguntarnos por qué pensamos lo que pensamos. La reflexión interna, capacidad únicamente humana, nos abre la posibilidad de poner en tela de juicio todos nuestros conocimientos profesionales y, de esta manera, perfeccionarlos con el aporte y la experiencia de los demás.

No tiene nada de malo que interpretemos la realidad, lo que es nefasto para nuestro desarrollo profesional es la posesión de modelos mentales que no son un compromiso con la verdad, es decir, el compromiso con el empeño para extirpar las maneras en que nos limitamos y nos engañamos, impidiendo ver lo que existe para desafiar continuamente en el plano profesional nuestras teorías acerca de por que las cosas están como están y por qué estoy como estoy. El compromiso con la verdad significa ensanchar continuamente nuestra percepción, tal como el gran atleta con magnífica visión periférica procura abarcar más zonas de la cancha.

El compromiso con la verdad y la superación de modelos mentales significa ahondar continuamente nuestra comprensión de las razones por las cuales hago lo que hago. La superación de modelos mentales se transforma en una tarea crítica que consiste en reconocer las propias falencias y faltas de virtudes. Para esto es una ayuda desarrollar señales de advertencia interna, como cuando nos sorprendemos culpando a algo o a alguien de nuestros propios problemas: “Renuncio porque nadie me aprecia”, “estoy preocupado porque me despedirán si no termino el trabajo, etc. Quien no asume un compromiso por reconocerse a si mismo, se hunde en prejuicios y el desarrollo profesional es prácticamente imposible. Esto será así mientras sigamos viendo los problemas en mi vida profesional como una sucesión de hechos que obedecen a causa externas: ellos me defraudan. Una vez que veamos que entre las causas de los problemas estoy yo mismo, se podrá ver cómo solucionarlos y comenzar el camino de desarrollo profesional que queremos.




UNIDAD 2
Adversidad, Trabajo y Aprendizaje


Seminario Socrático
¿Tiene algún valor el fracaso y la adversidad?
¿Es posible el desarrollo profesional sin fracasos en la vida?
¿Es la adversidad un síntoma de de fracaso?

Contenido

Si entendemos que el trabajo requiere el desarrollo de virtudes y del carácter de manera coherente con nuestra vocación y que permita la puesta en práctica de nuestros talentos, entonces si nos preguntamos por qué queremos trabajar mejor, la respuesta más clara y contundente está en que nos interesa aprender a ser mejores en lo que nos gusta; y si queremos aprender debemos concentrarnos en aquello que no sabemos, en nuestras debilidades, en nuestras falencias y en todo lo que podemos mejorar para hacer del trabajo una actividad que nos guste más; una actividad en donde desarrolle mis talentos y en donde puede adquirir más virtudes.

Todo esto suena muy bien en teoría, pero la realidad aparece evidentemente como algo más difícil y con pocas oportunidades para desarrollar la propia vocación y aprender a ser mejor en mi propia profesión. Esto es así porque es muy difícil encontrar un trabajo que sea exactamente mi vocación o en donde pueda poner en práctica todos mis talentos. En los primeros años de trabajo, la vida profesional es difícil y no está exenta de dificultades, frustraciones y fracasos. Sin embargo, esto no es contradictorio con el desarrollo de virtudes ni del carácter, ni mucho menos con la posibilidad de hacer del trabajo una realidad vocacional, con una visión y un propósito elevado, porque en la dificultad hay una oportunidad fundamental: la de aprender, porque no existe una mala experiencia desde la perspectiva del aprendizaje profesional. El fracaso puede esconder una realidad positiva, transformándose sólo en un traspié y una oportunidad para aprender acerca de una visión distorsionada de la realidad (un modelo mental distorsionado), acerca de planes y estrategias que no funcionan como esperábamos, acerca del real propósito que tengo en la vida, acerca de la visión que había hecho propia para mi vida, etc. El fracaso esconde la posibilidad de cambiar para mejor; el que se resiste al cambio, a los resultados inesperados, resiste a cambiar, es decir, a la posibilidad de mejorar.

La posibilidad de mejorar profesionalmente pasa por el aprendizaje, pero no sólo con la adquisición de conocimientos técnicos, sino con el aprendizaje de uno mismo frente a una realidad difícil. Si se quiere triunfar, una persona debe ser honesta acerca de sus debilidades, debe permanecer abierta para intentar cosas nuevas para corregirlas, debe estar dispuesta a superar el dolor que conlleva superarlas y, por sobre todo, debe enfrentarse siempre a la posibilidad fracasar. El trabajo profesional es una línea permanente de superación, porque, de lo contrario, deja de ser profesional. Esta superación no es acumulación de conocimientos, sino una perfección en el modo de actuar; es la perfección del carácter. El trabajo profesional es el camino de las virtudes profesionales, pero en una realidad que ofrece obstáculos que, dependiendo de cada uno, se pueden transformar en frustraciones u oportunidades.

La esencia del trabajo se encuentra en lograr un buen servicio (ya que sin servicio el trabajo es inútil y poco rentable, porque si no hay servicio nadie paga por mi trabajo) y debe ser una fuente de aprendizaje en cualquier realidad que nos toque vivir. Cuando nos cerramos a la posibilidad de hacer del propio trabajo un mejor servicio, de aprender y de buscar oportunidades, entonces el trabajo carece de sentido y nosotros dejamos de desarrollarnos profesionalmente; la vida profesional se frustra. El fracaso profesional, en cambio, no es nunca frustración cuando lo planteamos desde la perspectiva del mejoramiento del servicio que entrego y de la intención de hacer de la vida profesional un camino de aprendizaje.

Como decíamos anteriormente, el lugar por excelencia del aprendizaje se encuentra en la superación de modelos mentales (prejuicios) y, la mayor parte de las veces, en la superación de aquellas situaciones que nuestros propios modelos mentales nos hacían pensar que era una situación de fracaso. Si creemos que hay puestos de trabajo que son un fracaso para nosotros, entonces no hay posibilidad de mejorar profesionalmente, y eso si es un fracaso. Y si, además, creemos que sabemos todo y no enfrentamos el hecho de que siempre podemos fracasar no hay posibilidad de aprender nada. Sin una consideración positiva de los errores y de los momentos difíciles en la vida profesional, y con el muy generalizado ánimo de considerarse experto en lo que se hace, el aprendizaje es improbable o imposible. El considerado experto en una materia puede creérselo, instalarse en la autocomplacencia, pensar que el mundo permanece estático y cree poder echarse a dormir. Los grandes descubrimientos rara vez los hacen las personas que se consideran expertas, sino los que están abiertos al aprendizaje y a la experiencia profesional; lo cual abre grandes posibilidades de dificultad y cansancio.

Aprender y fracasar son casi mellizos, porque el fracaso remese lo que hemos considerado un conocimiento perfecto de la realidad. El camino de la perfección profesional pasa por desaprender y reevaluar lo que creemos son nuestras virtudes profesionales y nuestros conocimientos técnicos. Aprender para por superar viejos modelos mentales que impiden que seamos mejores de lo que somos, porque con ellos estamos como ciegos frente a la propia realidad, y en esto no hay mejor experiencia que la del que fracasa profesionalmente. El que fracasa entiende de primera fuente el porqué de sus errores, comprende qué ha salido mal, qué es verdaderamente irremediable y cuales son las propias falencias que hicieron de su quehacer profesional un fracaso.



Quien quiere aprender debe preguntarse permanentemente, en el éxito y en fracaso, si lo que hace tiene sentido, si ha creado un hábito de hacer mejor las cosas, cuáles son sus falencias, qué debe mejorar, etc. El que culpa a los demás de sus fracaso está condenado a no aprender nunca ni ha superarse profesionalmente. El fracaso en una tremenda oportunidad de aprendizaje, de entender en la experiencia íntima y personal qué nos falta para hacer mejor las cosas, sobre todo cuando se comienza a trabajar y hay bastante tiempo para fracasar y aprender.

El fracaso es común en la historia de muchos que han triunfado en su vida. El caso de Abraham Lincoln antes de ser presidente es clarísimo:

Fracasó en un negocio en 1831
Derrotado para la Asamblea Legislativa en 1832
Fracasó en un segundo negocio en 1833
Sufrió una crisis nerviosa en 1836
Fracasó como orado en 1838
Derrotado como candidato en 1840
Derrotado para el Congreso en 1843
Derrotado para el congreso en 1848
Derrotado para el Senado en 1855
Derrotado para Vicepresidente en 1856
Derrotado para senador en 1858
Elegido presidente en 1860

Tenemos el caso del fundador Apple, Steve Jobs, quien afirma personalmente en un reciente discurso cómo el fracaso en la vida muchas veces se transforma en oportunidades que no podríamos habernos imaginado nunca:

Tengo el honor de estar hoy aquí con vosotros en vuestra iniciación en una de las mejores universidades del mundo. Nunca me gradué. A decir verdad, esto es lo más cerca que jamás he estado de una graduación universitaria. Hoy os quiero contar tres historias de mi vida. Nada especial. Sólo tres historias.
La primera historia versa sobre cómo se conectan los puntos.
Dejé Reed College después de los seis primeros meses, pero después seguí por allí por libre otros 18 meses, más o menos, antes de dejarlo de veras. Entonces, ¿por qué lo dejé?
Comenzó antes de que yo naciera. Mi madre biológica era una titulada universitaria joven y soltera, y decidió darme en adopción. Ella tenía muy claro que quienes me adoptaran tendrían que ser titulados universitarios, de modo que todo se preparó para que fuese adoptado al nacer por un abogado y su mujer. Solo que cuando aparecí decidieron en el último momento que lo que de verdad querían era una niña. Así que mis padres, que estaban en lista de espera, recibieron una llamada a media noche preguntando: “Tenemos un niño no esperado; ¿lo queréis?” “Por supuesto”, dijeron. Mi madre biológica se enteró de que mi madre no tenía titulación universitaria, y que mi padre ni siquiera había terminado el bachillerato, así que se negó a firmar los documentos de adopción. Sólo cedió, meses más tarde, cuando mis padres prometieron que algún día iría a la universidad.
Y 17 años más tarde realmente fui a la universidad. Pero de forma descuidada elegí una universidad que era casi tan cara como Stanford, y todos los ahorros de mis padres de clase trabajadora los estaba gastando en mi matrícula. Después de seis meses, no le veía propósito alguno. No tenía idea de qué quería hacer con mi vida, y menos aún de cómo la universidad me iba a ayudar a averiguarlo. Y me estaba gastando todos los ahorros que mis padres habían conseguido a lo largo de su vida. Así que decidí dejarlo, y confiar en que las cosas saldrían bien. En su momento me dio miedo, pero en retrospectiva fue una de las mejores decisiones que nunca haya tomado. En el momento en que lo dejé, ya no fui más a las clases obligatorias que no me interesaban, y comencé a meterme en las que parecían interesantes.
No era idílico. No tenía dormitorio, así que dormía en el suelo de las habitaciones de mis amigos, devolvía botellas de Coca Cola por los 5 céntimos del depósito para conseguir dinero para comer, y caminaba más de 10 Km los domingos por la noche para comer bien una vez por semana en el templo de los Hare Krishna. Me encantaba. Y muchas cosas con las que me fui topando al seguir mi curiosidad e intuición resultaron no tener precio más adelante.
Les daré un ejemplo: en aquella época el Reed College ofrecía la que quizá fuese la mejor formación en caligrafía del país. En todas partes del campus, todos los afiches, todas las etiquetas de todos los cajones, estaban bellamente caligrafiadas a mano. Como ya no estaba matriculado y no tenía clases obligatorias, decidí atender al curso de caligrafía para aprender cómo se hacía. Aprendí cosas sobre el serif y tipografías sans serif, sobre los espacios variables entre combinaciones de letras, sobre qué hace realmente grande a una gran tipografía. Era sutilmente bello, histórica y artísticamente, de una forma que la ciencia no puede capturar, y lo encontré fascinante.
Nada de esto tenía ni la más mínima esperanza de aplicación práctica en mi vida. Pero diez años más tarde, cuando estábamos diseñando el primer ordenador Macintosh, volvió a mí. Y diseñamos el Mac con todo dentro. Fue el primer ordenador con tipografías bellas. Si nunca me hubiera dejado caer por aquél curso concreto en la universidad, el Mac jamás habría tenido múltiples tipografías, ni tipos con espaciado proporcional. Y como Windows no hizo más que copiar el Mac, es probable que ningún ordenador personal los tuviera. Si nunca hubiera decidido dejarlo, no habría entrado en esa clase de caligrafía, y los ordenadores personales no tendrían la maravillosa tipografía que poseen. Por supuesto que era imposible conectar los puntos mirando hacia el futuro cuando estaba en clase. Pero era muy, muy claro al mirar atrás diez años más tarde.
Otra vez: no se pueden conectar los puntos hacia adelante, sólo puedes hacerlo hacia atrás. Así que tenéis que confiar en que los puntos se conectarán alguna vez en el futuro. Tienes que confiar en algo — tu instinto, el destino, la vida, el karma, lo que sea. Esta forma de actuar nunca me ha dejado tirado, y ha marcado la diferencia en mi vida.
Mi segunda historia es sobre el amor y la pérdida.
Tuve suerte — supe pronto en mi vida qué era lo que más deseaba hacer. Woz y yo creamos Apple en la cochera de mis padres cuando tenía 20 años. Trabajamos mucho, y en diez años Apple creció de ser sólo nosotros dos a ser una compañía valorada en 2 mil millones de dólares y 4.000 empleados. Hacía justo un año que habíamos lanzado nuestra mejor creación — el Macintosh — un año antes, y hacía poco que había cumplido los 30. Y me despidieron. ¿Cómo te pueden echar de la empresa que tú has creado? Bueno, mientras Apple crecía contratamos a alguien que yo creía muy capacitado para llevar la compañía junto a mí, y durante el primer año, más o menos, las cosas fueron bien. Pero luego nuestra perspectiva del futuro comenzó a divergir, y finalmente nos apartamos completamente. Cuando eso pasó, nuestra Junta Directiva se puso de su parte. Así que a los 30 estaba fuera. Y de forma muy notoria. Lo que había sido el centro de toda mi vida adulta se había ido, y fue devastador.
Realmente no supe qué hacer durante algunos meses. Sentía que había dado de lado a la anterior generación de emprendedores – que había soltado el testigo en el momento en que me lo pasaban. Me reuní con David Packard [de Hewlett Packard] y Bob Noyce [inventor del circuito integrado, Intel], e intenté disculparme por haberla fastidiado tanto. Fue un fracaso muy notorio, e incluso pensé en huir del valle [Silicon Valley]. Pero algo comenzó a abrirse paso en mí — aún amaba lo que hacía. El resultado de los acontecimientos en Apple no había cambiado eso ni un ápice. Había sido rechazado, pero aún estaba enamorado. Así que decidí comenzar de nuevo.
No lo vi así entonces, pero resultó ser que el que me echaran de Apple fue lo mejor que jamás me pudo haber pasado. Había cambiado el peso del éxito por la ligereza de ser de nuevo un principiante, menos seguro de las cosas. Me liberó para entrar en uno de los periodos más creativos de mi vida.
Durante los siguientes cinco años, creé una empresa llamada NeXT, otra llamada Pixar, y me enamoré de una mujer asombrosa que se convertiría después en mi esposa. Pixar llegó a crear el primer largometraje animado por ordenador, Toy Story, y es ahora el estudio de animación más exitoso del mundo. En un notable giro de los acontecimientos, Apple compró NeXT, regresé a Apple, y la tecnología que desarrollamos en NeXT es el corazón del actual renacimiento de Apple. Y Laurene y yo tenemos una maravillosa familia.
Estoy bastante seguro de que nada de esto habría ocurrido si no me hubieran echado de Apple. Creo que fue una medicina horrible, pero supongo que el paciente la necesitaba. A veces, la vida te da en la cabeza con un ladrillo. No perdáis la fe. Estoy convencido de que la única cosa que me mantuvo en marcha fue mi amor por lo que hacía. Tenéis que encontrar qué es lo que amáis. Y esto vale tanto para vuestro trabajo como para vuestros amantes. El trabajo va a llenar gran parte de vuestra vida, y la única forma de estar realmente satisfecho es hacer lo que consideráis un trabajo genial. Y la única forma de tener un trabajo genial es amar lo que hacéis. Si aún no lo habéis encontrado, seguid buscando. No os conforméis. Como en todo lo que tiene que ver con el corazón, lo sabréis cuando lo hayáis encontrado. Y como en todas las relaciones geniales, las cosas mejoran y mejoran según pasan los años. Así que seguid buscando hasta que lo encontréis. No os conforméis.
Mi tercera historia es sobre la muerte.
Cuando tenía 17 años, leí una cita que decía algo como: “Si vives cada día como si fuera el último, algún día tendrás razón”. Me marcó, y desde entonces, durante los últimos 33 años, cada mañana me he mirado en el espejo y me he preguntado: “Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer hoy?” Y si la respuesta era “No” durante demasiados días seguidos, sabía que necesitaba cambiar algo.
Recordar que voy a morir pronto es la herramienta más importante que haya encontrado para ayudarme a tomar las grandes decisiones de mi vida. Porque prácticamente todo — las expectativas de los demás, el orgullo, el miedo al ridículo o al fracaso — se desvanece frente a la muerte, dejando sólo lo que es verdaderamente importante. Recordar que vas a morir es la mejor forma que conozco de evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder. Ya estás desnudo. No hay razón para no seguir al corazón.
Hace casi un año me diagnosticaron cáncer. Me hicieron un barrido a las 7:30 de la mañana, y mostraba claramente un tumor en el páncreas. Ni siquiera sabía qué era el páncreas. Los médicos me dijeron que era prácticamente seguro un tipo de cáncer incurable, y que mi esperanza de vida sería de tres a seis meses. Mi médico me aconsejó que me fuese a casa y dejara zanjados mis asuntos, forma médica de decir prepárate a morir. Significa intentar decirle a tus hijos todo lo que ibas a contarles en los próximos diez años en unos pocos meses. Significa asegurarte de que todo queda atado y bien atado, para que sea tan fácil como sea posible para tu familia. Significa decir adiós.
Viví todo un día con ese diagnóstico. Luego, a última hora de la tarde, me hicieron una biopsia, metiéndome un endoscopio por la garganta, a través del estómago y el duodeno, pincharon el páncreas con una aguja para obtener algunas células del tumor. Yo estaba sedado, pero mi esposa, que estaba allí, me dijo que cuando vieron las células al microscopio los médicos comenzaron a llorar porque resultó ser una forma muy rara de cáncer pancreático que se puede curar con cirugía. Me operaron, y ahora estoy bien.
Esto es lo más cerca que he estado de la muerte, y espero que sea lo más cerca que esté de ella durante algunas décadas más. Habiendo vivido esto, ahora os puedo decir esto con más certeza que cuando la muerte era un concepto útil, pero puramente intelectual:
Nadie quiere morir. Ni siquiera la gente que quiere ir al cielo quiere morir para llegar allí. Y sin embargo la muerte es el destino que todos compartimos. Nadie ha escapado de ella. Y así tiene que ser, porque la Muerte es posiblemente el mejor invento de la Vida. Es el agente de cambio de la Vida. Retira lo viejo para hacer sitio a lo nuevo. Ahora mismo lo nuevo sois vosotros, pero dentro de no demasiado tiempo, de forma gradual, os iréis convirtiendo en lo viejo, y seréis apartados. Siento ser tan dramático, pero es bastante cierto.
Vuestro tiempo es limitado, así que no lo gastéis viviendo la vida de otro. No os dejéis atrapar por el dogma — que es vivir según los resultados del pensamiento de otros. No dejéis que el ruido de las opiniones de los demás ahogue vuestra propia voz interior. Y lo más importante, tened el coraje de seguir a vuestro corazón y vuestra intuición. De algún modo ellos ya saben lo que tú realmente quieres ser. Todo lo demás es secundario.
Cuando era joven, había una publicación asombrosa llamada The Whole Earth Catalog [Catálogo de toda la Tierra], una de las biblias de mi generación. La creó un tipo llamado Stewart Brand no lejos de aquí, en Meno Park, y la trajo a la vida con su toque poético. Eran los últimos años 60, antes de los ordenadores personales y la autoedición, así que se hacía con máquinas de escribir, tijeras, y cámaras Polaroid. Era como Google con tapas de cartulina, 35 años de que llegara Google: era idealista, y rebosaba de herramientas claras y grandes conceptos.
Stewart y su equipo sacaron varios números del The Whole Earth Catalog, y cuando llegó su momento, sacaron un último número. Fue a mediados de los 70, y yo tenía vuestra edad. En la contraportada de su último número había una fotografía de una carretera por el campo a primera hora de la mañana, la clase de carretera en la que podrías encontrarte haciendo autoestop si fueseis así de aventureros. Bajo ella estaban las palabras: “Sigue hambriento. Sigue expectante”. Era su último mensaje de despedida. Sigue hambriento. Sigue expectante. Y siempre he deseado eso para mí. Y ahora, cuando se gradúen para comenzar de nuevo, os deseo eso.
Sigan hambrientos. Sigan expectantes.